26.7.10

Alberto García-Alix



Venía por calles difíciles. Traseras de la Gran Vía. Por entre barrios, tirando fotos con ojo caníbal. Venía Alberto García-Alix ensayando el mundo como exceso. El exceso como vida. La vida con su calefacción gripada, allá por las últimas toses de los años 70. También en los 80 y su extensión de cementerio, de risa y cementerio, de botellas, de jeringa. Era el temblor de otra movida. Sol. Legazpi. Antón Martin. Vallecas. Las motos. La fotografia. Rumores de cuero macho. Un navajazo de tétano a la hora inexacta de los crímenes. Un arpón de heroína a la hora exacta de la droga. Así se fue haciendo un lenguaje suyo, lentamente una orla de muertos imberbes. Un album de gente como un frío.

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